lunes, 13 de septiembre de 2010

"SWEET HOME OTAVALO"

Ayer me daba una vuelta por Otavalo después de mucho tiempo sin visitar ese antiguo obraje lleno de autóctonos convertidos en los nuevos ricos de moda, que andan por la vida vacilándose los carros de ultima generación con una parentela que supera fácilmente las 6 personas como promedio (y eso sin contar con la familia ampliada) porque a nuestros siempre predispuestos indígenas serranos les importa un pepino la planificación familiar… total el patriarca (que preferiblemente se llama José o Manuel) lo tiene todo bajo control y explota a unos cuantos paisanos que elaboran artesanías y tejidos a bajos costos, que luego este consabido mercader coloca en el exterior o en alguna tienda exclusiva del propio pueblo a precios exorbitantes

También están los pseudohippies que tienen sueños húmedos con esas tierras y cuyo único anhelo es largarse de su ciudad natal, comprarse un lote en el pueblo, construir una cabaña enclenque y después cuando “la buena y bondadosa madre naturaleza lo permita” cultivar algunos vegetales acaso insípidos para luego comerlos crudos y ser ovacionados por los “comunes consumistas citadinos” que aun no han sido tocados por la gracia e iluminación de la todopoderosa MEW AGE. Esta farsa que arrasa con el intelecto humano y aglutina fieles con más capacidad de convocatoria que una feria de platos típicos

Pero esto es lo que ya todos sabemos… de lo que quiero hablar es de esa otredad que para algunos pasa desapercibida durante su estancia… me refiero a esa extraña hibridación cultural que se hace visible cuando empiezas a notar que en ese pequeño rincón del mundo (como en tantos otros) conviven lo popular y la ola globalizante casi en perfecta simbiosis.

Al llegar, mi primera joya a la vista es una prospera panadería y pastelería denominada la casa del KEY (así es amigos “key”) ubicada en una calle principal… continuo por esta misma vía tres cuadras mas allá y para mi sorpresa me vuelvo a encontrar con una “Casa del KEY” ¿Alucinación acaso? Pues nada de eso, solo se trata de la secuela… lo mejor del caso es que a ninguna le faltan clientes y están igual de llenas. A un lado sobrevive el Fastuoso y lujoso hotel “Indio Inn”

Continúo mi recorrido e ingreso a lo que podría llamarse una parte central del pueblo mas o menos decente con ciclo vía y semáforos incluidos (claroff las Marías y los hippies necesitaban tomarse su espacio alternativo). Por 1 segundo pienso que no veré nunca mas ese desorden y bullicio típico de todos los pueblos, pero al salirme un poco hacia las periferias y abandonar esta zona regenerada con parqueo por minutos tipo zona azul de Quito descubro que la fantástica y macondesca realidad que me encanta estaba a solo unos metros.

Decenas de puestos desordenados te ofrecen desde bisutería barata pasando por blusas, collarines, alpargatas, pantalones, shigras, tamborcillos, quenas, las infaltables camisas presidenciales (yo quería una con hilos de oro para vacilármela entre los capitalinos pero me dijeron que esas eran demasiado escasas y exclusivas) hasta radios y repuestos para auto. Seguidamente un hijo del taita Imbabura pasa cerca de mi… pero no era un cualquiera… no señor, se trataba de una nueva especie indígena sobresaliendo entre los otros y haciendo que sus difuntos abuelos se revuelquen en sus tumbas… me sentí en la obligación de bautizar a este espécimen y elegí la denominación de “Otavalemo” esto debido a su extravagante peinado estilo Kudai (con medio frasco de gel encima) chompa a rayas verdes y amarillas, pantalón tubo y un arete gay complementándolo todo, para rematar y no siendo esto suficiente, el sujeto en cuestión se encontraba rodeado de hoperos y metaleros autóctonos (escena imposible de ver por estos lares) que parecían ser sus amigos, hablando en un indescifrable quichuañol y por supuesto tenían el flow de los flows en ese lugar “you know”. Esta escena sucedía mientras yo no podía mas de la risa y un par de viejos elegantes (con boina y terno, que si los hay) pasaban por ahí deplorando totalmente lo que tenían ante sus ojos. Mas abajo y como sacado de una hermosa aberración de medianoche se encuentra el “Club Social y Deportivo BAD BOYS” (espero que se hayan inspirado en la canción del buen Bob Marley)

El reloj marcando casi las doce, busco un aperitivo o cosa similar, “la picantería de Rosita” me seduce pero busco algo con ese toque especial, sigo caminando y se me aparece un carrito callejero que vendía cebiche de concha y conchitas asadas (en pleno parque central de Otavalo) pero no logra convencerme (prefiero lastimar mi estomago con alcohol). Luego la salvación, se parquea un carrito de cebichocos que además te ofrecía el “sunami” el famoso “volquetero” t como si esto fuera poco también había cebipollo(………..) cebipollo¡¡¡¡¡ yo por supuesto me fui por el clásico con mi buen chulpi y mis cueros, me senté a pleno sol de mediodía a comerme ese manjar y disfrutar de la onda salsera que en ese momento tenia la banda municipal del pueblo, que casualmente se hallaba en plena presentación .

Hago un poco mas de turismo que me llevaron a par callejuelas e iglesias, antes de irme para San pablo regreso a la zona aniñada y me topo con un cine. Interesante detalle, pero lo mejor vino cuando una amable muchacha me alcanza la cartelera… con películas de un año de antigüedad como mínimo; ahí mismo se mezclaban Sherlock Holmes, Avatar, las inolvidables Que tan lejos y Sara la espantapájaros (sendas producciones ecuatorianas) pero (atentos a esto) se estrenaba EL GRAN DICTADOR y CANTANDO BAJO LA LLUVIA, no puedo describir lo maravilloso de esta escena coronada con el próximo estreno de Ratatouille, que al sonar tan afrancesado e impropio es deletreado así: RA.TA.TUI. (jajajaja).

Justo antes de subirme al carro veo dos escenas mas… un Michael Jackson criollaso y pelilargo (pero con toda la indumentaria y la cara pintada de blanco) te baila el éxito “Beat It” por 5 centavos o menos que le lanza cada transeúnte. Después se acerca por la vereda una paisana mía con pinta de loca, de esas bien putas y con ojos lujuriosos a quien decidí bautizar como Debbie… una de esas tantas que huyen del tedio y el aburrimiento y vienen a hacer turismo sexual buscando olvidarse de Jeff, el novio oficia con quien pronto se casara. Debbie solo quiere un poco de amor latino y palabras bonitas salidas de un patán golpeador de mujeres que sabe lo que ella busca…. venia agarrada del brazo de un joven otavalo riendo a carcajadas mientras el al parecer trataba de indicarle que se acercaba el momento deseado.

Ya en San Pablo me impresiono por los tantos negocios floreciendo a orillas del lago, me detengo a almorzar en una buena hueca techada donde hay de todo fritada, carnes, caldos, choclos y habas…. De todo pero dos cosas que no encontraras jamás son “servesa” y colada “morara” (así es amigos esos fantásticos carteles aparecen ante mi como para mostrarme que la Real Academia de la Lengua es solo un mito. Me compro mi buen caldo de patas y unas tortillas (que delicia) luego aparece ante mi uno de los mejores perros que jamás haya visto, runa hasta los huesos y hurtando cada cosa que se cayera al suelo, con un estilo insuperable… decido bautizarlo como Scrapy y le regalo lo que quedaba de la pata de mi caldo (pareció agradecérmelo con un gesto de benevolencia).

Después de todos estos episodios y como para matar la tarde me subo a un paseo en lancha que costaba un dólar… supuestamente debían entrar máximo 8 personas… pero como esto es Ecuador ya sabemos que donde entran 8 entran 16, todo gracias a una numerosa familia llena de hijos que decide subirse justo ese rato…. Con el bote a full y el alboroto de por medio yo solo puedo decirme a mi mismo: “que maravilloso y estúpidamente obsceno es este país”… me encanta.

Mientras tanto el frio que abraza el ambiente regresa a Otavalo a rozar la palida piel de Debbie que una vez mas pregunta a su amante latino ¿Cuándo volveré a ver a Viracocha? Y su amante indígena le responde “Si te portas bien tal vez mañana longa… mañana”

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